VI Premio Antonio Machado, categoría A, segundo premio
Categoría
A- Segundo premio
ANA ISABEL MAJÁN – 2º ESO
¿SÓLO UN SUEÑO?
Levantarse
pronto, ir al instituto, volver a casa, comer, hacer los deberes, estudiar e
irse a la cama pronto para repetir todo mañana. La misma repetitiva y aburrida
rutina de siempre, desearía que algo cambiara.
"Vamos, levántate o
llegaremos tarde a desayunar", repetía una y
otra vez Emma, mi idol virtual favorita. Me levanto de mala gana y me pongo la
primera sudadera que pillo en el armario. Miro el espejo y veo a una
chica pequeña, con la cara llena de moratones, pelo alborotado y de aspecto
débil. La odio, me odio. En el instituto es siempre lo mismo, sentada en mi
mesa viendo como todos se divierten. No tengo
amigos y todos me ven como el blanco perfecto para divertirse insultándome o
golpeándome. Hoy no iba a ser diferente, en el descanso de los cinco minutos
esos idiotas ya están aquí para molestarme. Los odio pero al fin y al cabo
es mi culpa, yo dejé que esto empezara y ni siquiera soy capaz de defenderme.
El profesor llega y todos se sientan en sus sitios.
-Bla, bla, bla, bla... - Oigo
como el profesor dice palabras que no me interesa escuchar, en mi cabeza solo
se escuchan todos los comentarios y las risas burlonas de mis compañeros.
Quiero morir. Lentamente voy cerrando los ojos hasta verlo todo negro.
- ¡Hey! ¿Estás bien?
Abro los
ojos sobresaltada y frente a mí veo a un chico moreno de ojos marrones y piel bronceada.
-¡Ja ja ja, menos mal que estás
bien! ¡Menudo trompazo te has pegado! - ríe el chico, ya más aliviado.
- ¿Q-Quién eres? - pregunto
sorprendida.
- ¿Cómo que quién soy? Soy
Naheu, ¿has perdido la memoria por el golpe o qué? - contesta el chico riendo y
sin esperar respuesta me toma de la mano y empieza a caminar.
Miro a mi
alrededor, nos encontramos en una playa en pleno atardecer, el agua del mar nos
moja los pies al caminar y el vestido blanco que llevo puesto se agita gracias
a la suave brisa. No sé quién es este chico, pero me siento muy cómoda a su
lado, hacía mucho que
alguien no era amable conmigo.
De pronto todo se pone blanco,
después de unos segundos vuelvo a ver a mis compañeros, todos mirándome.
- No es
hora de dormir, señorita - me regaña el profesor.
- Lo
siento mucho - me disculpo avergonzada.
Espera.
¿Todo ha sido un sueño?, pero se sentía muy... real. Las clases acaban y vuelvo a casa
todavía pensando en lo que ha pasado. Ceno y me
meto directamente a la cama, con la esperanza de que si me duermo pueda soñar
con Naheu de nuevo. Y así sucede, en ese sueño conozco a Ben y a Kylle, los mejores
amigos de Naheu. Juntos pasamos el día jugando y nadando en las aguas
cristalinas del mar de la isla.
Me despierto feliz, me pongo mi
sudadera roja y miro el espejo, la chica reflejada se ve un poco menos
miserable que ayer. La jornada de
instituto se me pasa volando y cuando llego a casa me meto a la cama, sin cenar
siquiera.
En el
sueño de hoy paso el día con Kalea y Kaliq, los hermanos de Naheu, plantando
flores en el jardín de su casa.
Y así van
pasando los días, siempre deseando que llegue la noche para poder ir con Naheu
y los demás. Cada día la chica del
espejo se ve un poco más feliz. Pero los
problemas de la vida real todavía siguen ahí, se ve que a mis compañeros no les ha gustado mi cambio de actitud y justo hoy se han puesto de acuerdo para darme
una paliza a la salida. Cuando se quedan satisfechos se van dejándome ahí, con
la nariz sangrando y llena de moratones. Llego llorando a casa,
me quito las zapatillas y me lanzo a la cama. Ya ha pasado media hora y no
puedo dormir. Me siento
frustrada, quiero olvidar todo lo que ha pasado hoy; ¡quiero ir con mis amigos!
Mamá tenía pastillas para dormir... Una idea viene
a mi mente y voy directamente al armario del baño para cogerlas. Sé que no
debería, pero... ¡necesito ir allí! Me tomo una pastilla y a los diez minutos
ya estoy dormida.
Sin darme cuenta esas pastillas se convierten
en mi adicción, cada vez que estaba triste o me sentía mal recurría a ellas y
volvía a mi mundo ideal. Una
noche cuando me dormí aparecí en la playa de siempre al atardecer, pero algo era
diferente. Todos mis
amigos estaban allí aplaudiendo mi llegada, Naheu vino hacía mí y me abrazó.
- ¿Qué celebramos? - pregunté
sorprendida.
- Celebramos que ya no tendrás
que irte más, vivirás con nosotros para siempre - contestó él sonriendo.
Le devolví la sonrisa,
todavía sin entenderlo del todo, aunque la sola idea de estar siempre allí me
hacía feliz. La tarde que
pasamos fue muy divertida me alegra pensar que esto será así por siempre.
NOTICIA DE ÚLTIMA HORA
Se
encuentra a adolescente muerta en su vivienda. La fallecida se llamaba Miké, de
14 años. Según la autopsia murió a causa de una sobre dosis de somníferos.
Lamentamos profundamente esta pérdida.
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